Sudokus

Estándar

Me encanta hacer sudokus. Me serena, me da paz. Es un espacio bien acotado donde los números familiares y sencillos, de forma ordenada van encajando en su sitio preciso, armonizando con su entorno y combinando con los demás. Cuando se completa queda un cuadro perfecto, fuera de sus bordes no hay nada más de que ocuparse.

La vida sin embargo, no es así en absoluto. Como dice Albert Espinosa, la vida es tan inteligente que cuando crees que sabes las respuestas, va y te cambia las preguntas. ¡Que cachonda la vida!

En estas semanas de verano he sentido la necesidad de pararlo todo y descansar, salvo lo estrictamente ineludible. Necesitaba una pausa a nivel físico, mental y emocional. Hasta la meditación la he pausado también. Ahora que ha transcurrido un tiempo y la temperatura se ha suavizado un poco, se vislumbra una nueva temporada. Y cuando empiezo a pensar en planes siento un vacío inquietante, un pellizco en el estómago ¿y ahora qué?

Sería muy fácil volver a entrar en la rutina de los hábitos conocidos, volver a mis aficciones favoritas, lo que sé que me agrada, pero no me parece el camino adecuado porque este plan viene del pensamiento. Falta la chispa, la ilusión, no hay emoción. Por eso prefiero seguir profundizando en la incertidumbre, flotar en el vacío, acomodarme en la zona de no confort para seguir explorando.

Clarissa Pinkola en su libro Las mujeres que corren con los lobos se refiere a la creatividad como un agua clara en forma de un río subterráneo «que discurre por el terreno de nuestra psique» (Capítulo 10, El agua clara: El alimento de la vida creativa). Y lo relaciona con El Río bajo el Río: «Llega allí a través de la meditación profunda, la danza, la escritura, la pintura, la oración, el canto, el estudio, la imaginación activa o cualquier otra actividad que exija una intensa alteración de la conciencia. Una mujer llega a este mundo entre los mundos a través del anhelo y la búsqueda de algo que entrevé por el rabillo del ojo. Llega por medio de actos profundamente creativos, a través de la soledad deliberada y del cultivo de cualquiera de las artes». Una mujer, o un hombre 😉

A mí eso me llega a través de la meditación. Así es como yo entiendo que a veces es bueno y necesario adentrarse en ese Río bajo el Río. Intuyo que allí abajo, donde no existen ni el orden ni las formas definidas que tanto me atraen del sudoku, donde todo es posible, donde las contradicciones se dan la mano; en las profundidades abismales, finalmente encontraré el agua de la vida y la sabiduría. Y cultivando ese estado, dejándome arrullar por las aguas claras, cuando descanse y me abandone, llegará el momento en que todo sea perfecto, justo tal y como es. Entonces quizás se muestre la puerta hacia el camino adecuado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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