Todo es lenguaje. Así llama Estrella Montolio a su participación en rne1 los domingos por la mañana. Lo encuentro fascinante y en cada intervención más me convenzo de la importancia del lenguaje: en las relaciones, en cómo nos concebimos, en cómo nos sentimos y afrontamos la vida. ¡En todo! Recuerdo la película La llegada en la que aparecen unos extraterrestres; entre los muchos expertos encargados, es la experta en lenguaje la que descubre mientras va aprendiendo el idioma y la forma de comunicar de los extraterrestres, que su mente se va transformando, cambia y adquiere nuevas capacidades. ¿Hasta ése punto nos afecta y define el lenguaje?
El lenguaje lo aprendemos desde pequeños: «no, mamá, mío, quiero …», luego aprendemos vocabulario y gramática en la escuela. Eso es lo que entendía por lenguaje, una forma de expresión de lo que se forma internamente en mí. Lo que no sabía es que puede ser más, es el engranaje mediante el cual construimos nuestros pensamientos, emociones, deseos, el relato de nuestras memorias y recuerdos, en definitiva, de alguna manera el lenguaje nos define. Cuanto mayor es nuestra capacidad de expresar, mejor comprendemos, nos entendemos y comunicamos. Las palabras incluso impactan físicamente en nuestro cuerpo, eso ya se ha demostrado y medido. En el nuestro y en el de los demás. Por eso Luis Castellanos nos habla de la importancia del lenguaje positivo en esta conferencia.
A mi entender, uno de los problemas principales en la comunicación, es que hablamos para que nos entiendan y escuchamos para responder. Eso es una comunicación egocéntrica que nos incapacita porque nos limita. Ahora se habla de la escucha activa, ¿se enseña eso en las escuelas?, ¡debería!. Se trata de escuchar para comprender, para aprender cosas nuevas. Cuidado que no es nada fácil.
Una escucha activa verdadera requiere algo de lo que ahora se habla mucho: la empatía. Empatía es un término realmente interesante que abarca distintos aspectos, no sólo el emocional. También hay una empatía cognitiva que implica los aspectos mentales y racionales de comprender lo que la otra persona comunica, tal como ella misma lo expresa, con su lógica. Algo que rara vez hacemos, porque tendemos de forma natural a «traducir» lo que escuchamos en lo que ya conocemos.
Me resulta curioso que el proceso de comunicar y escuchar activamente, resulta muy similar al ejercicio de la meditación en ciertos aspectos. Tal y como yo lo practico, para empezar a meditar hace falta que durante un momento sea capaz de soltar mis sistemas de creencias y conocimientos adquiridos, los prejuicios, la persona que creo que soy, el ego. Para abrir la mente a algo nuevo, diferente porque no es lo ordinario. Activar la atención plena a lo que se manifiesta en ese espacio de escucha. No juzgar o interpretar lo que percibo, evitar esa respuesta mental automática que me devuelve de nuevo a la limitación de mis prejuicios. Sentir el efecto de lo que se manifiesta en el cuerpo.
¿Cómo será mi comunicación si hoy soy capaz de escuchar desde esa actitud meditativa?
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